[av_heading tag=’h3′ padding=’14’ heading=’IV Encuentro Mujeres Kenshi – Madrid (2015)’ color=» style=» custom_font=» size=» subheading_active=» subheading_size=’15’ custom_class=»][/av_heading]
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El pasado 11 de abril, tres kenshi de Shion dojo nos acercamos a Madrid para asistir al seminario femenino que se celebra dos veces al año: una en Madrid, por estas fechas, y otra en Mallorca, durante el mes de agosto y más orientada a la competición.
El curso, impartido por Asun González (5.º Dan de kendo), comenzó el sábado 11 por la mañana. Tras las presentaciones, realizamos el calentamiento y ejercicios de desplazamiento. Durante toda la mañana estuvimos viendo ejercicios básicos de men, kote, do y tsuki, y terminamos con una ronda de mawari-geiko.
Tras el descanso para comer —y alguna que otra siesta improvisada por el suelo del Moscardó—, iniciamos la jornada de tarde con las katas de kihon (o bokuto ni yoru kendo kihon keiko ho, para los más precisos). Dichas katas comprenden desde las técnicas más básicas: men-uchi, kote-uchi; hasta las más elaboradas: men kaeshi do, do otoshi men; lo cual nos permite estudiar la técnica con una sensación, y a un ritmo, distintos a los que tenemos cuando practicamos con bogu y shinai. Tras finalizar las katas, pasamos al calentamiento y una buena tanda de suburis con el bokken.
Antes de comenzar la práctica de técnicas, Asun hizo hincapié en algo bastante importante: la comunicación. Entenderte con el que tienes enfrente. Hay que estar pendiente de esos pequeños movimientos del compañero: cómo mueve la punta del shinai, la presión que ejerce, si entra un poco o no se mueve nada. De estos sutiles cambios depende mucho que el ejercicio en cuestión o el jigeiko resulten una buena experiencia o no.
A lo largo de la tarde fuimos practicando todas las técnicas vistas previamente en la secuencia de katas, incluyendo alguna variante más. Hicimos ejercicios en grupos de cuatro, en los que el kakarite debía emplear un conjunto de técnicas determinadas para defenderse de los ataques del resto del grupo. Terminamos con jigeiko libre.
La noche de un sábado de curso solo puede significar una cosa: Sayonara party. Nos reunimos en casa de Asun para comer, beber y repararnos un poco el cuerpo gracias a Rocío, la masajista. Cada asistente llevó un plato, y puedo dar fe de las habilidades culinarias de todas. Como de costumbre, a lo largo de la noche se anunciaron los equipos para la competición del domingo. Y bueno, socializar en un tatami tiene un encanto que no tienen los bares.
Domingo por la mañana: ¡a competir! Tras el calentamiento correspondiente, los equipos se reunieron para los comentarios e instrucciones de última hora. Finalmente, y tras múltiples cruces, el equipo de Concha García se hizo con el primer puesto; el de Sawako con el segundo puesto y el de Desireé Cascales con el tercer puesto. El Fighting spirit fue para Naira Ramos.
Personalmente, pienso que la esencia de este curso puede observarse perfectamente en los momentos entre shiai y shiai: una veterana enseñándole a una novata cómo se entra al shiajo; alguien ajustándole los himos del men a otra compañera; los nervios; el «Y cuando salga ahí, ¿qué hago?»; el consejillo de última hora; y el «Tú tranquila, que lo vas a hacer bien».
Estos detalles hacen que este curso sea la oportunidad perfecta para salir de tu dojo por primera vez, para estrenarse en una competición, y para volver cada año. Este no es un seminario femenino en el que entrenemos cosas distintas, o en el que hagamos un kendo radicalmente diferente. Creo que lo más importante de este seminario es que, ya que somos menos, que al menos nos conozcamos todas, que hagamos piña. Que nos entendamos bien. Bueno, y para que todas nos peguemos a muerte por unos muñequitos absurdamente monos. Eso también.
Por: Gala Álvarez
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